AMARILLYS

Temporada de Enero Mayo
Media Sombra  y Sol
Regular
Sustrato bien drenado
Conoce más en la Descripción

Dado que proceden de ambientes tropicales, tanto en bulbo como en flor la amarilis nos demandará una buena luminosidad. Al crecer en estado natural en zonas boscosas y selváticas, tendremos que evitar que la exposición al sol sea directa ya que puede quemar las hojas o retrasar el proceso de crecimiento del bulbo. Si el cultivo de la amarilis se da dentro de casa, lo ideal es que la ubiquemos en una habitación luminosa sin exceso de temperatura y siempre alejada de cualquier fuente artificial de calor, como son por ejemplo los radiadores o cualquier otro sistema de calefacción.

Para que crezca con fuerza, es fundamental que prestemos especial atención también al espacio de plantado si no lo hacemos directamente en suelo. Si nos decidimos por un tiesto, nunca tendrá que ser mucho más grande que el bulbo de la planta, y tendrá que contener preferiblemente una mezcla de sustrato rico en materia orgánica y una capa inferior de arena. Esto se debe, fundamentalmente, a que la amarilis requiere una buena pauta de riego pero siempre evitando encharcamientos. Y es que el exceso de agua, como sucede con las orquídeas, puede hacer que el bulbo se pudra y gracias a la arena estaremos consiguiendo facilitar el drenaje.

El riego también es clave para el desarrollo del amarilis. Durante el tiempo en el que nuestro bulbo de amarilis esté germinando, tendremos que procurar que el sustrato esté constantemente húmedo. Y, para su mantenimiento anual, nada como regar dos o tres veces por semana en los meses cálidos y una sola vez durante la temporada de invierno.

Y, por último, un consejo: para preparar al bulbo para el invierno, lo idóneo es que abonemos la planta con un abono específico desde el mismo verano. Una forma de ayudar a la planta a almacenar sustancias nutrientes en el bulbo para cuando llegue el frío.