1. El Agave adora el sol
El Agave es una de las plantas a las que les encanta el sol, aunque también acepta gustoso una sombra ligera por un par de horas durante el día cuando es una planta joven. A medida que va madurando, su tolerancia aumenta al grado de necesitar al menos ocho horas diarias de exposición al sol directo.
2. El riego excesivo puede pudrir sus raíces
Esta planta necesita muy poca agua y prefiere que dejes secar su tierra entre cada riego. La frecuencia ideal es regarla cada 10 días, recuerda que, como en la mayoría de las plantas, el riego excesivo puede provocar que sus raíces se pudran. También toma en cuenta que no disfruta mucho la humedad y que le va mucho mejor en climas secos. Recuerda que todas las plantas tienen sus propias necesidades de agua y aprender a regarlas correctamente es clave para asegurarte de que estén sanas y sean felices.
3. Se adapta bien a cualquier suelo, pero prefiere uno que sea arenoso o rocoso
El Agave se adapta fácilmente a cualquier sustrato que tengas disponible, pero aman la tierra porosa porque les permite un mejor drenaje y así mantendrán sus raíces libres de la humedad y el peligro de pudrirse.
4. Solo los ejemplares más pequeños viven bien en maceta
Cultivar un Agave en maceta es posible, pero es más recomendable solamente cuando se trata de plantas pequeñas. Si vas a tenerlo en interior, la mejor opción es una maceta de barro porque le permite tener un buen drenaje; solo busca una que sea al menos de siete a diez centímetros más grande que sus raíces.